Según la RAE competitividad es Rivalidad para la consecución de un fin. Según el diccionario Wordreference es Tendencia a participar en cualquier rivalidad para conseguir un fin. Me gustaría destacar la palabra rivalidad, ya que, mi, relativamente, poca experiencia me indica que esta rivalidad puede llega a ser realmente grande y perjudicial. ¿Cuáles son las consecuencias de esta competitividad?
En un primer momento, la competitividad es algo bueno, algo que nos motiva, a luchar día a día por lo que queremos, algo que provoca que queramos superarnos constantemente. Por eso, se dice que es bueno algo de competitividad, porque sin ella no intentaríamos mejorar. Esto, se puede observar en las aulas de los institutos pero sobre todo en las de bachillerato. Todos, luchamos por conseguir la nota que nos permita entrar a una carrera. ¿Cuál? La mayoría ni lo sabemos. Esta competitividad provoca que no te preocupes únicamente de tu nota, sino que pretendas ser el mejor de todos, quedar por encima del resto, pudiendo llegar a crear frustración si no lo consigues.
Pero no todos somos así, algunos solo compiten consigo mismos, es decir, se intentan superar a sí mismos. ¡Bien! En este examen he sacado un 8, pues en el próximo intentaré sacar un 9. Esa competencia, es la que todos deberíamos tener, intentar mejorar, observando nuestros errores para poder evitarlos. ¿Cuál es el problema? A menudo ni nos paramos a mirar esos errores. Cuando te dan un examen miras tú nota e instintivamente miras la nota de los que te rodean, a veces esperando que les haya ido bien, otras que no les haya ido tan bien como a ti. De ahí, que no revises los ejercicios.
Casi siempre que me dan la nota de un examen me enfado, sobre todo en los exámenes de números, no porque sea una mala nota, porque hay quien me dice: Pero si tienes un 8, no sé de qué te quejas. Me enfado conmigo misma, por ser idiota de haber cometido errores que a mi parecer son estúpidos. Errores que no me gustaría tener porque sé hacer el ejercicio o porque ese pequeño error provoca que tenga mal el resto del ejercicio. Si me enfado es porque me siento impotente y esa impotencia provoca que en el próximo examen ponga más cuidado.
Pero la competitividad no es tan maravillosa como pudiera parecer, porque en exceso, provoca un ambiente hostil, incómodo… He ayudado a mi amigo con un examen de no sé qué, porque se le daba mal y va y saca mejor nota que yo, pues en el próximo le va a ayudar quien yo le diga. ¡Anda! Mira esa ha sacado mejor nota que yo, pues a partir de ahora me comporto como un niño de cinco años y no le hablo. ¿Qué fecha me viene mejor para el examen de Física? Pues el día que peor le venga al resto… y así podría decir un montón de ejemplos.
La competitividad provoca pequeños roces, discusiones… que poco a poco van envenenando el ambiente hasta el punto en que no nos hablamos con nuestros compañeros de clase, compañeros con los que queramos o no, pasamos 6 horas diarias. Seis horas que, al menos en mi caso, condicionan el resto del día. Seis horas que deberían ser agradables pero que, a veces, se hacen eternas, y no solo porque haya días en los que una tiene menos ganas de estar sentada en una silla seis horas seguidas.
¡Sí! Definitivamente la competitividad es buena, pero en su justa medida, sin pasarse. Al igual que decimos solo un par de onzas de chocolate a la semana podríamos decir solo dos raciones de competitividad esta semana. Además, a mi me parece maravilloso poder compartir errores con una amiga y así no volver a cometer ni los míos ni los suyos. Debería ser reconfortante que una amiga que piensa que va a suspender, apruebe. Asique, animo a todo el mundo que no solo se alegre o entristezca con sus notas, sino también con las de sus compañeros porque a mí me resulta muy gratificante ver la sonrisa en el rostro de una amiga que pensaba suspender y ha aprobado o esa que se nos pone a todos cuando sacamos un 9 o un 10, aunque yo haya sacado un 5.
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